El ser humano comenzó a producir queso hace más de 10.000 años. Este logro significó una tecnología que inició cambios en la humanidad: debido a que las propiedades de la leche se hicieron más durables a través del queso, los primeros agricultores pudieron contar con alimento para desplazarse y poblar zonas centrales y septentrionales más frías.
Hoy hay quesos de diverso tipo, más y menos refinados en su elaboración. El parmesano, que solemos saborear solo o acompañando tradicionalmente a nuestras pastas, aporta nutrientes esenciales como el calcio, los aminoácidos, las proteínas, la vitamina A y otros.